“TATAMI”: ¡Ippon!

“Tatami” es la incursión en la dirección de la actriz iraní Zar Amir-Ebrahimi (“Holy Spider”) en tándem con el director israelí Guy Nattiv (“Skin”). Se trata de un largometraje georgiano en coproducción con Estados Unidos. El guion lo firma el mismo Guy junto con la también actriz Elham Erfani.

La película narra la historia de la judoka iraní Leila Hosseini (Arienne Mandi) en el Campeonato Mundial de Judo celebrado en Tiflis. Acompañada de su entrenadora Maryam Ghanbari (Zar Amir-Ebrahimi), exluchadora y referente de Leila, aspiran a traer la primera medalla de oro a su país. Las sensaciones son buenas y la luchadora avanza con buen ritmo, pero todo se tuerce en el momento en que el Líder de la República Islamista exige la retirada de la competición, ya que es posible que Leila se enfrente a una luchadora de Israel. La total sumisión a los intereses de su país, garantizando la seguridad de su familia, o la posible conquista del máximo galardón; ese es el gran debate en el que se ve involucrada la protagonista.

El elenco lo completan Jaime Ray Newman (“Catch me if you can”, “The Punisher”) y Nadine Marshall (“Sherwood”, “Small Axe”), interpretando a las organizadoras del torneo, y Ash Goldeh (“Disco Boy”) como marido en la distancia.

La violencia que se respira en “Tatami” no se encuentra sobre el recinto en el que lucha Leila. Está entre bambalinas, en los vestuarios, en los pasillos. Está en su hogar, en Irán. En ese aspecto, huelga destacar las similitudes con su principal referente en todos los niveles, “Raging Bull” (Martin Scorsese, 1980). Además de estar en blanco y negro, ambas películas hacen que el ring (o, en este caso, el tatami) no sea más que un lienzo sobre el que se pinta, en ocasiones con sangre, la verdadera guerra interna de sus personajes. La película, en ese sentido, traza un paralelismo perfecto entre el judo y la lucha contra la República Islamista, siendo la sumisión en ambas batallas algo que no permitirá Leila.

Este thriller político (porque, a pesar de parecer una película deportiva, el peso de la política es total) es desgarrador, emotivo y vibrante al mismo tiempo. La cinta está rodada con una elegancia y limpieza absoluta (tal vez lo único, decirle a Todd Martin, director de fotografía, sea que se echa en falta algo más de suciedad en la imagen, sin necesidad de sacrificar la elegancia que ofrece el judo). Y, además, la interpretación de las dos protagonistas es estelar, por añadir adjetivos a esta gran película. Quizá lo único a echar en cara está en los combates.

En el gran poema que ofrece arte marcial del judo, a veces queda la sensación de no haber querido arriesgar en los planos, quedando en ocasiones muy picado todo, como un verso que no llega a su rima (por no comentar lo único detestable de la película: el narrador de los combates, no haciendo otra cosa más que evidenciar lo que ya se está mostrando y siendo un ruido totalmente innecesario y eludible). “¡Ippon!”. Eso es lo que el árbitro dice en un combate de judo cuando la técnica ha sido perfecta y la victoria, absoluta.

“Tatami” es un Ippon en toda regla en su denuncia a Irán, en su historia y en cómo está contada. Se queda muy cerca de serlo en lo cinematográfico. Muy, muy cerca.

Podréis disfrutar de “Tatami” el próximo 31 de mayo en cines.

VALORACIÓN: 4,5/5
Crítica de Andrés Casas.

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